Antes de comenzar,
quiero agradecer las críticas a mi anterior artículo por parte de los lectores.
Hace unos días me dijo
mi sobrino (el muy descastado ha mostrado su inclinación a la perversidad del
Caos y sus demonios -lo cual le va a encantar a mis caballeros grises-) que
cuando tuviera algunas escuadras más y un ejército medio decente pretendía
hacerse un personaje con nombre y perfil propio, a semejanza de Khoubal Narkas.
Le lancé una
mirada-láser con F10 FP1, pero como la esquivó en el último momento, quise
arrearle un mamporro en el colodrillo, mucho mejor que un rifle de fusión en
estos casos.
Me explicaré: Lo bueno
de los personajes en Apocalipsis, y más aun si son un "alter-ego", es
que no se crean, sino que nacen y se van haciendo. O lo que es lo mismo: puedes
comprarte unos pantalones vaqueros ya desgastados y contonearte ante el
personal, o comprarte unos tal cual y a base de años, experiencia, suciedad, y
lavados, se vayan desgastando y palideciendo. En el primero de los casos
"tienes" unos pantalones vaqueros que molan. En el segundo de los
casos "te sientes orgulloso" de tus pantalones. Espero que se
entienda la diferencia. Y esa diferencia es importante, porque no se trata de
impresionar al personal, sino de que yo me sienta la mar de feliz y contento
con lo que llevo.
Los personajes, al igual
que los vehículos, o escuadras, también se hacen en términos de juego. Porque si nunca has tenido la experiencia de
quedar tú solo en pie tras un cañonazo de arma D, o si nunca te has encarado
con el megademonio de Khorne, Angrath, y le has mentado a su madre en la cara,
todavía te queda mucho camino por recorrer. Y no solo se trata de mentarle la
madre al bicho ese, sino también que te parta la cara y esparza tus miserables
restos por el campo de batalla. La experiencia se gana a base de morir y
renacer muchas veces.
Desollar en cuerpo a
cuerpo príncipes demonio, aniquilar progenies de guerreros tiránidos equipados
hasta las cejas, hacer que tus chicos barran a tiros una peña de orkos mientras
te fumas un puro en primera línea, sintiendo la munición trazadora pasar a un
palmo de tus orejas, meterle un castañazo a un baneblade enemigo y reventarlo,
y en la explosión morir tu unidad al completo menos tú, que quedas mirando a un
lado y otro aun medio aturdido "¡que alguien me explique porqué no hay
nadie a 50 metros a la redonda!". Todo eso te convierte. Elimina esa
mancha de advenedizo, y comienza a escribir la primera letra de tu nombre.
Así que le respondí que
debería empezar por usar un capitán estándar, o incluso un sargento de
escuadra, y sencillamente jugar. No está mal ponerle un nombre, pero de momento
juega con lo que hay. El tiempo te dirá si ese tipo es digno de algo más, o merece
el peor de los olvidos.
Y eso me recordó una
batalla librada hace unos cuantos años. No había salido aun la ampliación de
Apocalipsis para Warhammer 40.000 pero
mi grupo gustaba de jugar batallas grandes, e incluso metíamos algunos tanques
superpesados y titanes gracias a los primeros "Imperial Armour" de Forgeworld. Eran tiempos en los que
todo estaba por hacer, pero la semilla estaba plantada. Y a nosotros nos
gustaba regarla.
La
batalla.
Dos bandos. Mesa de
cinco metros de largo por dos de ancho. Imperio y eldar contra Caos, necrones,
y eldar oscuros. Cinco jugadores por bando. Me tocó desplegar en el centro
frente a 2.000 puntos de eldar oscuros. A mi derecha los Angeles Sangrientos. A
mi izquierda, Lobos espaciales. En los extremos del tablero, a un lado y otro,
los ágiles eldar. Mi ejército estaba comandado por un personaje que ya había
participado en varias batallas: Don Diego de Jiménez y Cisneros, Lord
Inquisidor por la Gracia del Emperador. Se rodeaba de un séquito inquisitorial
y todos ellos dentro de un land raider. Entre ellos se encontraba un acólito
notable, al que se le había prometido tras esa batalla los honores de
Inquisidor, aun cuando fuera a servir igualmente como ayudante de su maestro y
mentor, Lord Cisneros.
Los caballeros grises se
teleportaron en masa entre las filas del enemigo y causaron un daño terrible
entre sus filas, acribillando a todos con sus bolter de asalto. Desde el fondo,
un par de predator daban fuego de apoyo junto con un scorpion eldar que se
había plantado ahí para quebrar el centro de la batalla. Y lo hicimos, sí, en
el primer turno. A mi derecha, los Angeles Sangrientos se las veían con una
combinación de Caos y necrones, y parecían sudar no poco contra unos monolitos
y cerca de sesenta inmortales necrones. En el extremo derecho, los eldar del
príncipe Gaedhil se enfrentaban contra los eldar oscuros, y aparentemente les
ganaban terreno. A la izquierda, los lobos se mantenían en una extraña quietud,
faltos de iniciativa y arrojo, aguantando escondidos una salva tras otra de los
cañones de batalla de los profanadores del caos.
Así pues, a mi derecha e
izquierda mis compañeros de batalla parecían no llevarlo demasiado bien.
Incluso recriminé a los Lobos Espaciales su falta de motivación y les amenacé
con un decreto de excomulgatio si no
meneaban el culo "pero ya", pero hacia el frente, no hacia terreno
propio. Pregunté al comandante de los Angeles sangrientos que qué le pasaba con
esos necrones, que no conseguía barrerlos. "No
sé..." me contestó mientras giraba la cara hacia derecha e izquierda,
dependiendo de donde viniera el bofetón de los necrones.
Y en eso, después de un
primer turno fantástico, aparecieron delante de mí "solamente" 2.000
puntos de marines del Caos. Llevaban de todo: land raiders, veteranos,
profanadores, y delante de ellos correteaba feliz un tal Smarlack, jugueteando
con un bote de vaselina. "¿Y
eso?" le pregunté. "¡Es
para ti, por si se te ha olvidado, chato...!" rugió. Y no acabé de
pillar la indirecta hasta que un disparo acertado de sus land raider descerrajó
el scorpion que tenía a mi espalda. La explosión de la máquina de guerra fue
inmediata y brutal, y se llevó por delante a los predator y a una unidad de
lobos espaciales acobardados. Lord Cisneros se quedó sin fuego de apoyo.
Me giré hacia mis
compañeros de juego y les pedí ayuda, haciéndoles ver que el frente podría
recuperarse para nosotros si desviaban refuerzos para apoyar a mis tropas,
ahora muy sobrepasadas en número. Los pillé en corrillo, cuchicheando entre
ellos, y especialmente al eldar Gaedhil, que parecía ir muy sobrado de razones
en sus argumentos. Pero aun no sabía de qué hablaban. La que me estaba cayendo
encima era una brutal paliza: Smarlack y sus amigos me estaban arreando tan a
gusto que habían agotado el bote de vaselina y estaban usando en su lugar los
restos de grasa del motor de los land raider. Y eso no gusta. De verdad que no.
Entonces, el jugador
eldar se destacó del grupo, y se dirigió hacia mi, me puso la mano en el
hombro, y me dijo "Hemos decidido
que te vamos a sacrificar...". Y me lo dijo así, en frío, arrogándose
la posición y méritos de un líder cuando en realidad solo era una comadreja
murmuradora, que había sembrado la sedición entre mis propias filas. Añadió que
el envío de cualquier refuerzo estaba condenado en el centro, y que era mucho
mejor dejarme ahí aguantando como pudiera, mientras ellos destinaban el resto
de sus fuerzas a asegurar los flancos. Iba a jurarle en arameo que él y toda su
ralea de miserables eldar serían expurgados, pero no me dio tiempo. Smarlack se
reía a carcajadas mientras me comunicaba que no sé cuantos cañones láser iban a
disparar contra el land raider de Lord Cisneros. Y pasó lo que tenía que pasar.
Y más aún.
El land raider explotó,
Lord Cisneros salió a duras penas (tan solo con una herida) con cuatro de sus
fieles seguidores. Pero otro disparo acabaría el trabajo. Allí mismo le alcanzó
otro cañonazo y murió irremisiblemente. En realidad, de todo un ejército de más
de 3.000 puntos de caballeros grises, tan solo había sobrevivido aquel
diligente acólito, y otro más. Dos miniaturas.
Ni qué decir tiene que
tras hundirse el centro, los caóticos se dividieron hacia uno y otro lado y se
cerraron en pinza sobre los demás. Los lobos Espaciales huyeron
ignominiosamente sin tan siquiera librar un cuerpo a cuerpo, los Angeles
Sangrientos se vieron sobrepasados por la combinación de fuerzas del Caos y
necrones. Y los eldar de Gaedhil 'El Traidor' perdían posiciones frente al
avance imparable de los eldar oscuros. Es más, tuvo la indecencia de no morir.
Dejó el campo de batalla, y se retiró a algun planeta donde acaso tuviese su
madriguera.
La
tentación.
En el momento de recoger
las miniaturas me lamentaba de mi desgracia y de cómo mis propios compañeros me
habían traicionado. Y entonces, delante de mí, Carlos y Daniel, los dos caóticos
-y caóticos los dos-, gastaban bromas sobre lo sucedido. Entre risas me
lanzaron una pregunta, no sé si medio en serio o medio en broma. Me dijeron que
mi futuro no estaba del lado de aquellos traidores, sino en el Caos, y que
haría mejor si me pasaba a su bando. "No.
Me niego. Siempre he sido un jugador Imperial, leal y devoto, y daré mi sangre
por el Emperador, y... y...". Y me callé. Y durante ese silencio mío,
Daniel volvió a insistir con un "pues
tú te lo pierdes" entre risas bobaliconas (se suele poner bobalicón
cuando su Smarlack abusa de los demás).
"Y...
¿y que ganaría si cambiara de bando, si me uniera al Caos?" pregunté. Ambos sonrieron como si les hubiera tocado la
lotería, aunque solo hubiera sido de un euro. Y me respondieron como una
ametralladora, alternándose ambos en las respuestas: "El poder; la gloria; camaradería; ayuda; el que nunca te volverás
a ver en una situación como la de hoy; vengarte de los eldar...". Y
eso último me gustó. "Acepto",
dije. Y mis compañeros se me quedaron mirando con los ojos como platos...
Así que aquel acólito
casi inquisidor decidió que se vengaría de todos los que habían colaborado en
la muerte de su maestro y mentor, Diego Jiménez de Cisneros. También juró un
odio eterno hacia los eldar, y venganza contra Gaedhil 'El Traidor', sobre él y
todos los que en algun momento le hubiesen prestado ayuda, material, anímica, o
ideológica. Ese acólito se llamaba Khoubal Narkas, y en aquel momento, juró por
los oscuros dioses del Caos que todos aquellos morirían antes o después.
Khoubal Narkas creció,
primero como Inquisidor de segundo rango, a las órdenes del Gran Inquisidor Don
Juan de Mañozga y Zamora, hasta que éste lo sorprendió en una de sus
invocaciones. Esto, por descontado, significó la muerte de Lord Juan de Mañozga
a manos de Khoubal Narkas. Y gracias a los oscuros pactos que Narkas ya había
trabado con los dioses del Caos, le costó poco trabajo ser ascendido a Lord
Inquisidor y hacerse con el Sector Complutum que otro día gobernara su mentor.
Porque, ante los ojos
del Imperio, Narkas es un inquisidor devoto, leal, y muy cumplidor de sus
tareas. Es un azote de cualquier enemigo del Imperio, y especialmente de los
eldar. Y cada vez que destruye uno de sus asentamientos, o incluso uno de sus
mundos astronave, procura anunciarlo con toda pompa y boato, mostrando a los
Altos Señores de Terra cuán justificada es la confianza que éstos han
depositado en él.
Pero la verdad es otra:
Narkas es un inquisidor extremista, e incluso ha ido más lejos que ellos. Ha
hecho pactos con Malal, el oscuro dios de la destrucción y del caos absoluto.
Se dice de Malal que su sed de destrucción es tal que si no tuviera otras
criaturas a su alcance, incluso sus mismos demonios, se suicidaría en ese
último propósito de eliminarlo todo. Quizá la diferencia sea que Malal no
recurre a lo evidente -tan del gusto de Khorne o Nurgle- sino que prefiere lo
sutil pero no por ello menos eficiente. Y así es que su servidor, Khoubal
Narkas, es malalita y disfruta de muchos favores y beneficios de esta abominación,
a la cual trata más como socio de empresa en vez de como señor a quien obedecer.
Y esto es así quizá porque en ese fuego que consume a Narkas subyace la idea de
que nada ni nadie le encadenará, pues quiere verse libre para poder consumar su
venganza, a su antojo, en el momento, lugar y modo que considere conveniente.
También suponemos que eso tampoco le importa a Malal si al final se llega al
mismo sitio: la destrucción de unos y otros.
Lo dejo aquí. Si alguien
quiere saber más, ya continuaré otro día.
Nos vemos el viernes.
Khoubal Narkas
[“El enemigo se muestra con demasiadas caras, incluso las de esos que
dicen amar al Emperador, pero solo tratan de explotar vuestras debilidades
mostrándoos a vuestros propios líderes y hermanos como seres abyectos. Decidme:
¿No os he llevado de victoria en victoria? ¿No será de incontestable justicia
exterminar a los que se nos oponen?. ¿Caeréis de nuevo en el engaño que acabó
con todos en Illyz?. Nosotros encabezamos la verdad, la libertad, y la razón.
¡Matad pues sin engaño!, ¡Matad, hermanos! ¡Sencillamente, matad!.” Lord
Khoubal Narkas, en la arenga previa a la batalla de Sidón IV]
Asi que ese es el origen del odio hacia la raza superior jajajaja, interesante historia, muy inesperada.
ResponderEliminar¿raza superior?. Pues a Narkas le chifla la posición inferior que adoptan ante él. Especialmente sus cráneos bajo su bota.
EliminarOoooh pasate al lado oscuro que tenemos galletitas jajajaja. Grande esa apocalíptica batalla. Como caótico no creo que haya sido una derrota sino un cambio de dirección a grandes victorias muahahahahaha
ResponderEliminarY así ha sido. Narkas es ahora mucho más fuerte que antes.
EliminarMalal es muy generoso con quienes le sirven bien.
Gran historia, gran traición. Te pudiste vengar de ese eldar ruin?
ResponderEliminarAun no. Esperaba que pudiera jugar la batalla de Septiembre para echármelo a la cara, pero no ha sido posible.
EliminarEsta claro y justificado tu odio hacia los Eldars, lastima la verdad, porque no todos los Eldars somos unos cobardes que abandonan a sus compañeros de alianzas a la primera. De todas formas el 7 de Septiembre nos veremos en el campo de batalla sera un K. Narkas Vs Lord Oriel.
ResponderEliminarNarkas te estará esperando. Lo sabes. Y tambien sabes que le importa un comino dejar en el camino medio ejército si a cambio obtiene vuestras cabezas.
EliminarSublime!
ResponderEliminarMe gusto mucho el post. Y espero, de verdad, seguir leyendo historias de este peculiar Inquisidor.
Gran articulo, felicitaciones!
Creo que ese tipejo tiene intención de seguir escribiendo, sí.
EliminarHe de decir que es la entrada que mas me ha gustado desde que se inició la sección de Apocalipsis.
ResponderEliminarY sin duda lo que mas me ha gustado es como un inquisidor se pasa al caos,...
Larga vida a Narkas, larga vida a Malal!!!!!!!
jejejejeje, a Narkas le va a gustar tu comentario.
EliminarUn Inquisidor coqueteando con el Caos es más que habitual. El pobre Quixos acabó poseido y deformado por los propios demonios que combatió.
En el milenio cuadragésimo primero no hay imposibles. No sé... un día de estos me veo a Zarakynel queriendo ingresar en un convento de sororitas...
Gran historia, muy divertida. Ya me imagino a ese par de viles caóticos riéndose y comiéndote la cabeza, jaja.
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