26 agosto 2013

Duelos, Incursiones, y Batallas


Antes de comenzar, quiero agradecer las críticas a mi anterior artículo por parte de los lectores.

El artículo de hoy es más bien de opinión, y surge al hilo de los comentarios que he leído aquí y allá a propósito de Apocalipsis y Warhammer 40000.  No me reiteraré en los argumentos que di en su día sobre “Porqué jugar Apocalipsis”. Aquí quiero razonar sobre el “desescalado” al que muchos se refieren con cierta nostalgia de versiones anteriores del juego. Esa escala de juego se ha perdido a lo ancho y a lo largo, y parece “apocalipsizarse” cada vez más. Cierto certísimo.

Sobre esa cuestión no entro ni salgo, básicamente porque ese desescalado es fácil de corregir con las propias limitaciones de puntos, y es que a nadie se le pasa por la cabeza meter un “megabicho” que le cuesta 400 puntos o más, cuando se trata de una lista de ejército de 1.850 puntos. Saber que una buena salva de cañonazos por parte de la Guardia Imperial pueden eliminar en un solo turno a un caballero espectral eldar, y con ello arruinar una cuarta parte de tu ejército, es cosa de llorar. Pocos se arriesgarían a invertir tantos puntos en una miniatura que es “más que matable”, y cuya baja supondría un verdadero fiasco.

Un vistazo atrás.
Pero para seguir adelante debo retrotraerme a las felices décadas de los 80 y 90. Por aquellos entonces había donde escoger en cuanto a escala se refiere. Epic 40.000 hacía furor en España gracias a su jugabilidad, y diversión garantizada, de modo que muchos nos entregamos a esas megabatallas en miniatura. Yo cometí el error de hacerme con un capítulo entero de Lobos Espaciales, y una Legión Titánica, Imperator incluido. Pero, ignorante de mí, Games Workshop tenía otros planes.



Esos planes eran consecuencia de la facilidad con la que podía hacerse uno un ejército y las pocas posibilidades que Workshop tenía de renovaciones y sacar nuevas miniaturas. Ciertamente, con esa escala todo parecía ya diseñado y vendido, y los jugadores veteranos que ya tenían uno o dos ejércitos desistían de seguir comprando. Para Workshop, tal cosa no era negocio, de modo que lo dejó caer en el olvido. El juego languideció y finalmente desapareció en España. Se sigue jugando básicamente en los Estados Unidos, un país tan grande en tamaño y con tanta afición por los Juegos de Guerra que siempre hay algún grupo de chiflados dispuestos a seguir moviendo lo que la propia Workshop ya no quiere mover.

De hecho, hubo un periodo en el que nos habíamos quedado sin batallas a gran escala, y la única posibilidad era hacerlo a través del 40k, pero esto suponía un nuevo reto, y enorme: No había reglas. No había apenas material. No había nada. Todos los que comenzamos a jugar grandes batallas hace 15 años fuimos pioneros de aquello, pero incluso veíamos nuestro esfuerzo como parte de la diversión.

Recuerdo que me hice un tanque superpesado baneblade de plasticard, que quedó chulísimo, y un titán warhound a partir de un bípode AT-ST de La Guerra de las Galaxias. No es que fuera gran cosa, pero había que empezar por algún lado. La Compañía Armorcast comercializaba algunos modelos de estas máquinas de guerra, basándose en los de Epic, pero se trataba de diseños bastantes elementales. Y sin embargo, a pesar de su simpleza, hoy son piezas cotizadas en el mercado de segunda mano. Pueden encontrarse aun en ebay.

Jugábamos con aquello. Con mucho tiento para que la cosa no se saliera de madre, pero nos abrió la puerta a otro panorama, cuando en el año 2000 apareció el primer volumen del “Imperial Armour”, en aquellos entonces no enfocado para grandes batallas de Warhammer 40000, sino para ampliar horizontes y añadir variedad a ejércitos. De hecho era un librillo tipo códex, presentado nada menos que por Jervis Johnson, Tony Cottrell y Warwick Kinrade. Al cabo del año salió un segundo.

La cosa tuvo tal éxito que la propia Compañía editó una compilación de todo lo anterior, y fue presentado en lo que hoy se conoce como el “Imperial Armour, vol I, Imperial Guard & Imperial Navy” Data del año 2003 –si no me falla la memoria- pero por muy desfasado que esté ya, sigue siendo una atesorada pieza en la leja de mi biblioteca. El formato espectacular, hilo narrativo, y abundancia de imágenes se impondría como estilo hasta hoy.

En el 2004 salía el segundo volumen, dedicado a marines y fuerzas de la inquisición, y debo confesar que fue aquí donde yo recibí un soplo en mi ojo, porque al final de este volumen se daban instrucciones y consejos para comenzar a montar grandes ejércitos. Y yo vi –cómo no- a Khoubal Narkas como Inquisidor al frente de todo ese poderío.

Sin embargo, aquellas grandes batallas eran lentas y a veces pecaban de inocentes (la plantilla más grande que podía dispararse era la de artillería pesada). Había que esperar aún hasta el año 2007…

Hasta aquí el inciso. Y todo ello para significar que las batallas convencionales, e incluso las más pequeñas que esas, siempre estuvieron ahí, los jugadores siempre tuvieron esa opción. Pero aquellos que soñábamos con batallas dantescas tuvimos que buscarnos la vida miserablemente, y esperar un buen rato más.

Reflexiono ahora sobre si suprimir la escala Epic ha sido bueno o malo, y mis respuestas están enfrentadas: de una parte se ha perdido un juego que permitía un montaje y organización rapidísimos y no precisaba de mucho tamaño para ser jugado, ni por el tablero, ni por las miniaturas. Era fácil, efectista, y jodidamente divertido. De otra parte creo que también se ha ganado: No se precisa de un nuevo juego para una mayor escala. Las mismas minis para una batalla pequeña te sirven para una grande. Es más, se viene a solucionar el sempiterno problema de miniaturas que pasan de moda por su aspecto o su eficacia, a veces por ninguna de las dos cosas. Muchas veces te planteas qué coger para una batalla pequeña y la elección suele ser la misma, postergando al olvido muchas viejas miniaturas. Así que el actual Apocalipsis como desescalado de Warhammer 40000 viene a revitalizar a muchos olvidados.

Y de entre esas mismas miniaturas que se han partido la cara en una batalla a 100.000 puntos se entresacan las 15 o 20 que se van a usar en una pequeña incursión. Es como tener el mismo mando para accionar la televisión, el video, y el hilo musical.

Choque de patrullas.



Las reglas conocidas como “Choque de Patrullas” son ingeniosas y permiten plantear un par de horas en una tarde cualquiera, sin necesidad de listas elaboradas ni cosa que se le parezca. Estamos aquí y ahora y jugamos ya. Eso es una gozada.

Reconozco que son divertidas y muy estimulantes. Tienen su gracia, pero representan otro nivel de juego. Sus seguidores cuentan con la ventaja de que siempre tuvieron ahí las reglas, salvo detalles añadidos. Y no en vano, casi ni las necesitaban si acaso conservaban la primera caja de Warhammer 40000 (técnicamente, su segunda edición) en la que el protagonismo lo tenían los sargentos y algún que otro asesino imperial. O sea, los personajes, pero siempre que no fueran muy tochos, o de otro modo te quedabas sin puntos. Con el tiempo, el protagonismo lo han ido ganando alternativamente los vehículos y la infantería. Pero en Apocalipsis no lo tiene nadie. Quizá las máquinas de guerra por su capacidad de destrucción, pero aun así deben darse prisa en hacer buena puntería y eliminar al oponente o de otro modo reventarán antes de haber amortizado su coste en puntos. En Apocalipsis la escala parece funcionar algo menos, en el sentido de que una selecta infantería puede vérselas pero que muy bien contra un titán.

En un choque de patrullas hay que hacer uso de la táctica disponiendo tus unidades del mejor modo para su efectividad. Pero por su pequeña escala no se fomenta otro aspecto divertido de los juegos de guerra: la estrategia. O dicho de otro modo: en una escaramuza con 20 miniaturas no hay mucha diferencia entre escoger esto o aquello, y lo que cuenta es donde se coloca a cada uno, o sea, el “cómo”. La estrategia es más bien el “qué”, y ahí sí que tiene gran relevancia escoger esto o aquello y combinarlo con otras fuerzas, eso sí, previendo cualquier cambio drástico que podría haber durante el transcurso de la batalla. Tales cambios drásticos no son tan sencillos en un encuentro a pequeña escala, y pueden condicionar seriamente victoria o derrota.

Insisto, me encantan las escaramuzas en la línea “Choque de Patrullas”, pero las grandes batallas son un reto mayor en todos los sentidos. Un reto que durante mucho tiempo habíamos buscado muchos de nosotros, y con bastante conformismo al no haber otra cosa mejor.

A una escala menor.
Parecería que cuanto menor es el número de combatientes, mayor es el tamaño de sus miniaturas. Pero la tendencia a utilizar una misma escala para todos los juegos ha trascendido a la escala mayor de 54 mm, que es la que gasta “Inquisitor”, el juego de rol ambientado en el cuadragésimo primer milenio (aquí hacen una crítica bastante acertada, y en español. Muchos jugadores han optado por prescindir de las pocas miniaturas -y no baratas- a las que hay opción en el mercado, y recurrir a las convencionales de 28mm, fácilmente transformables, y reutilizables para Warhammer 40000, aunque menos vistosas, eso sí (aun sigo estando loquito por Lady Jena Orechiel. En este sentido, Inquisitor no es un choque de patrullas, sino un duelo entre personajes individuales acompañados de un pequeño séquito (entre 3 y 5 miniaturas), y cuenta con muchos seguidores, sobre todo en los Estados Unidos (para variar).



Probablemente este juego habría tenido mayor éxito en España si Games Workshop lo hubiera traducido al castellano, lo que significa que desde el principio se creó sin pensar en los consumidores hispanoparlantes. Aunque bien pensado, plantea los mismos “problemas” que Epic (el entrecomillado es intencionado), es decir, que una vez que uno se ha hecho con las 5 o 6 miniaturas de rigor para pergeñarse una banda, poco más hay que comprar, ¡incluso aunque quisieras coleccionar todas las miniaturas de la gama!, y eso no genera beneficios a corto plazo para la propietaria de la marca. Una pena, pero a estas alturas me resulta absurdo tratar de entender a Games Workshop -por eso ya ni lo intento-, y prefiero disfrutar con lo que comercializa, cuando se puede, y de arreglármelas por mí mismo cuando no se puede.

Una última reflexión.
Todo apunta a que Games Workshop va unificando la escala de las miniaturas y los ambientes en los que se mueven. En cuanto al tamaño de las batallas lo mismo da que da lo mismo. Creo que cualquier crítica que se haga está “desescalada”, tanto a una cosa como a otra. Las posibilidades de juego siguen estando ahí, para algunos siempre estuvieron ahí, y todo lo demás es echar mano de los puntos a los que queremos jugar y pensar que no es más que un juego, un divertimento. Y lo dicho: Si no eres capaz de divertirte con el juego, es que no estás jugando.

Khoubal Narkas


[“Puedes pedir el auxilio de los tuyos, o invocar a tus ancestros, o incluso pedir el favor de tus inútiles dioses. Pero sábelo: ninguno de ellos evitará mi venganza.”   Juramento de Narkas hacia Ghaedil el Traidor, tras la batalla en los llanos de Enaim-Blathu]

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