Antes de comenzar,
quiero agradecer las críticas a mi anterior artículo por parte de los lectores.
El artículo de hoy es
más bien de opinión, y surge al hilo de los comentarios que he leído aquí y
allá a propósito de Apocalipsis y Warhammer 40000. No me reiteraré en los argumentos que di en
su día sobre “Porqué jugar Apocalipsis”. Aquí quiero razonar sobre el
“desescalado” al que muchos se refieren con cierta nostalgia de versiones anteriores
del juego. Esa escala de juego se ha perdido a lo ancho y a lo largo, y parece
“apocalipsizarse” cada vez más. Cierto certísimo.
Sobre esa cuestión no
entro ni salgo, básicamente porque ese desescalado es fácil de corregir con las
propias limitaciones de puntos, y es que a nadie se le pasa por la cabeza meter
un “megabicho” que le cuesta 400 puntos o más, cuando se trata de una lista de
ejército de 1.850 puntos. Saber que una buena salva de cañonazos por parte de
la Guardia Imperial pueden eliminar en un solo turno a un caballero espectral
eldar, y con ello arruinar una cuarta parte de tu ejército, es cosa de llorar.
Pocos se arriesgarían a invertir tantos puntos en una miniatura que es “más que
matable”, y cuya baja supondría un verdadero fiasco.
Un
vistazo atrás.
Pero para seguir adelante
debo retrotraerme a las felices décadas de los 80 y 90. Por aquellos entonces
había donde escoger en cuanto a escala se refiere. Epic 40.000 hacía furor en
España gracias a su jugabilidad, y diversión garantizada, de modo que muchos
nos entregamos a esas megabatallas en miniatura. Yo cometí el error de hacerme
con un capítulo entero de Lobos Espaciales, y una Legión Titánica, Imperator
incluido. Pero, ignorante de mí, Games Workshop tenía otros planes.
Esos planes eran
consecuencia de la facilidad con la que podía hacerse uno un ejército y las
pocas posibilidades que Workshop tenía de renovaciones y sacar nuevas
miniaturas. Ciertamente, con esa escala todo parecía ya diseñado y vendido, y
los jugadores veteranos que ya tenían uno o dos ejércitos desistían de seguir
comprando. Para Workshop, tal cosa no era negocio, de modo que lo dejó caer en
el olvido. El juego languideció y finalmente desapareció en España. Se sigue
jugando básicamente en los Estados Unidos, un país tan grande en tamaño y con
tanta afición por los Juegos de Guerra que siempre hay algún grupo de chiflados
dispuestos a seguir moviendo lo que la propia Workshop ya no quiere mover.
De hecho, hubo un
periodo en el que nos habíamos quedado sin batallas a gran escala, y la única
posibilidad era hacerlo a través del 40k, pero esto suponía un nuevo reto, y
enorme: No había reglas. No había apenas material. No había nada. Todos los que
comenzamos a jugar grandes batallas hace 15 años fuimos pioneros de aquello,
pero incluso veíamos nuestro esfuerzo como parte de la diversión.
Recuerdo que me hice un
tanque superpesado baneblade de plasticard,
que quedó chulísimo, y un titán warhound a partir de un bípode AT-ST de La
Guerra de las Galaxias. No es que fuera gran cosa, pero había que empezar por
algún lado. La Compañía Armorcast comercializaba algunos modelos de estas
máquinas de guerra, basándose en los de Epic, pero se trataba de diseños
bastantes elementales. Y sin embargo, a pesar de su simpleza, hoy son piezas
cotizadas en el mercado de segunda mano. Pueden encontrarse aun en ebay.
Jugábamos con aquello.
Con mucho tiento para que la cosa no se saliera de madre, pero nos abrió la
puerta a otro panorama, cuando en el año 2000 apareció el primer volumen del
“Imperial Armour”, en aquellos entonces no enfocado para grandes batallas de
Warhammer 40000, sino para ampliar horizontes y añadir variedad a ejércitos. De
hecho era un librillo tipo códex,
presentado nada menos que por Jervis Johnson, Tony Cottrell y Warwick Kinrade.
Al cabo del año salió un segundo.
La cosa tuvo tal éxito
que la propia Compañía editó una compilación de todo lo anterior, y fue
presentado en lo que hoy se conoce como el “Imperial
Armour, vol I, Imperial Guard & Imperial Navy” Data del año 2003 –si no
me falla la memoria- pero por muy desfasado que esté ya, sigue siendo una
atesorada pieza en la leja de mi biblioteca. El formato espectacular, hilo
narrativo, y abundancia de imágenes se impondría como estilo hasta hoy.
En el 2004 salía el
segundo volumen, dedicado a marines y fuerzas de la inquisición, y debo
confesar que fue aquí donde yo recibí un soplo en mi ojo, porque al final de
este volumen se daban instrucciones y consejos para comenzar a montar grandes
ejércitos. Y yo vi –cómo no- a Khoubal Narkas como Inquisidor al frente de todo
ese poderío.
Sin embargo, aquellas
grandes batallas eran lentas y a veces pecaban de inocentes (la plantilla más
grande que podía dispararse era la de artillería pesada). Había que esperar aún
hasta el año 2007…
Hasta aquí el inciso. Y
todo ello para significar que las batallas convencionales, e incluso las más
pequeñas que esas, siempre estuvieron ahí, los jugadores siempre tuvieron esa
opción. Pero aquellos que soñábamos con batallas dantescas tuvimos que
buscarnos la vida miserablemente, y esperar un buen rato más.
Reflexiono ahora sobre
si suprimir la escala Epic ha sido bueno o malo, y mis respuestas están
enfrentadas: de una parte se ha perdido un juego que permitía un montaje y
organización rapidísimos y no precisaba de mucho tamaño para ser jugado, ni por
el tablero, ni por las miniaturas. Era fácil, efectista, y jodidamente
divertido. De otra parte creo que también se ha ganado: No se precisa de un
nuevo juego para una mayor escala. Las mismas minis para una batalla pequeña te
sirven para una grande. Es más, se viene a solucionar el sempiterno problema de
miniaturas que pasan de moda por su aspecto o su eficacia, a veces por ninguna
de las dos cosas. Muchas veces te planteas qué coger para una batalla pequeña y
la elección suele ser la misma, postergando al olvido muchas viejas miniaturas.
Así que el actual Apocalipsis como desescalado de Warhammer 40000 viene a
revitalizar a muchos olvidados.
Y de entre esas mismas
miniaturas que se han partido la cara en una batalla a 100.000 puntos se
entresacan las 15 o 20 que se van a usar en una pequeña incursión. Es como
tener el mismo mando para accionar la televisión, el video, y el hilo musical.
Choque
de patrullas.
Las reglas conocidas
como “Choque de Patrullas” son ingeniosas y permiten plantear un par de horas
en una tarde cualquiera, sin necesidad de listas elaboradas ni cosa que se le
parezca. Estamos aquí y ahora y jugamos ya. Eso es una gozada.
Reconozco que son
divertidas y muy estimulantes. Tienen su gracia, pero representan otro nivel de
juego. Sus seguidores cuentan con la ventaja de que siempre tuvieron ahí las
reglas, salvo detalles añadidos. Y no en vano, casi ni las necesitaban si acaso
conservaban la primera caja de Warhammer 40000 (técnicamente, su segunda
edición) en la que el protagonismo lo tenían los sargentos y algún que otro
asesino imperial. O sea, los personajes, pero siempre que no fueran muy tochos,
o de otro modo te quedabas sin puntos. Con el tiempo, el protagonismo lo han
ido ganando alternativamente los vehículos y la infantería. Pero en Apocalipsis
no lo tiene nadie. Quizá las máquinas de guerra por su capacidad de
destrucción, pero aun así deben darse prisa en hacer buena puntería y eliminar
al oponente o de otro modo reventarán antes de haber amortizado su coste en
puntos. En Apocalipsis la escala parece funcionar algo menos, en el sentido de
que una selecta infantería puede vérselas pero que muy bien contra un titán.
En un choque de
patrullas hay que hacer uso de la táctica disponiendo tus unidades del mejor
modo para su efectividad. Pero por su pequeña escala no se fomenta otro aspecto
divertido de los juegos de guerra: la estrategia. O dicho de otro modo: en una
escaramuza con 20 miniaturas no hay mucha diferencia entre escoger esto o
aquello, y lo que cuenta es donde se coloca a cada uno, o sea, el “cómo”. La
estrategia es más bien el “qué”, y ahí sí que tiene gran relevancia escoger
esto o aquello y combinarlo con otras fuerzas, eso sí, previendo cualquier
cambio drástico que podría haber durante el transcurso de la batalla. Tales
cambios drásticos no son tan sencillos en un encuentro a pequeña escala, y
pueden condicionar seriamente victoria o derrota.
Insisto, me encantan las
escaramuzas en la línea “Choque de Patrullas”, pero las grandes batallas son un
reto mayor en todos los sentidos. Un reto que durante mucho tiempo habíamos
buscado muchos de nosotros, y con bastante conformismo al no haber otra cosa
mejor.
A
una escala menor.
Parecería que cuanto
menor es el número de combatientes, mayor es el tamaño de sus miniaturas. Pero la
tendencia a utilizar una misma escala para todos los juegos ha trascendido a la
escala mayor de 54 mm, que es la que gasta “Inquisitor”, el juego de rol
ambientado en el cuadragésimo primer milenio (aquí hacen una crítica bastante
acertada, y en español.
Muchos jugadores han optado por prescindir de las pocas miniaturas -y no
baratas- a las que hay opción en el mercado, y recurrir a las convencionales de
28mm, fácilmente transformables, y reutilizables para Warhammer 40000, aunque
menos vistosas, eso sí (aun sigo estando loquito por Lady Jena Orechiel.
En este sentido, Inquisitor no es un choque de patrullas, sino un duelo entre
personajes individuales acompañados de un pequeño séquito (entre 3 y 5
miniaturas), y cuenta con muchos seguidores, sobre todo en los Estados Unidos
(para variar).
Probablemente este juego
habría tenido mayor éxito en España si Games Workshop lo hubiera traducido al
castellano, lo que significa que desde el principio se creó sin pensar en los
consumidores hispanoparlantes. Aunque bien pensado, plantea los mismos
“problemas” que Epic (el entrecomillado es intencionado), es decir, que una vez
que uno se ha hecho con las 5 o 6 miniaturas de rigor para pergeñarse una
banda, poco más hay que comprar, ¡incluso aunque quisieras coleccionar todas
las miniaturas de la gama!, y eso no genera beneficios a corto plazo para la
propietaria de la marca. Una pena, pero a estas alturas me resulta absurdo
tratar de entender a Games Workshop -por eso ya ni lo intento-, y prefiero
disfrutar con lo que comercializa, cuando se puede, y de arreglármelas por mí
mismo cuando no se puede.
Una
última reflexión.
Todo apunta a que Games
Workshop va unificando la escala de las miniaturas y los ambientes en los que
se mueven. En cuanto al tamaño de las batallas lo mismo da que da lo mismo.
Creo que cualquier crítica que se haga está “desescalada”, tanto a una cosa
como a otra. Las posibilidades de juego siguen estando ahí, para algunos
siempre estuvieron ahí, y todo lo demás es echar mano de los puntos a los que
queremos jugar y pensar que no es más que un juego, un divertimento. Y lo
dicho: Si no eres capaz de divertirte con el juego, es que no estás jugando.
Khoubal Narkas
[“Puedes pedir el auxilio de los tuyos, o invocar a tus ancestros, o
incluso pedir el favor de tus inútiles dioses. Pero sábelo: ninguno de ellos
evitará mi venganza.” Juramento de
Narkas hacia Ghaedil el Traidor, tras la batalla en los llanos de Enaim-Blathu]
Gracias por el artículo, muy claro y aclaratorio.
ResponderEliminar